Durante el envejecimiento es
frecuente experimentar una serie de vivencias y cambios que pueden ayudar a la
aparición del sentimiento de soledad. La soledad es un hecho cada vez más
estudiado e investigado por diferentes autores. Aún así no se empezó a tener en
cuenta desde la dimensión psicológica hasta los años 50 del pasado siglo, y es
a partir de los 80 cuando se comienzan a publicar diferentes estudios
empíricos. Por ese motivo, he querido realizar este estudio e intentar exponer
el problema que representa este sentimiento, indagando sobre el origen que
puede causar la soledad e intentando conocer todas las consecuencias que
acarrea; consecuencias que pueden llegar a afectar a todos los niveles:
personal, familiar y social, así como conocer los recursos y
estrategias que nos pueden ayudar a solventar esta problemática.
LA SOLEDAD
La vejez es una etapa de la vida
en la que suceden una serie de pérdidas que facilitan la aparición del
sentimiento de soledad. Entre otras definiciones, he escogido la propuesta de
V. Madoz, que describe la soledad como el "convencimiento apesadumbrado de
estar excluido, de no tener acceso a ese mundo de interacciones, siendo una
condición de malestar emocional que surge cuando una persona se siente
incomprendida o rechazada por otros o carece de compañía para las actividades
deseadas, tanto físicas como intelectuales o para lograr intimidad
emocional". La soledad no siempre es un sentimiento negativo, por lo que
podemos hablar de soledad objetiva y soledad subjetiva La primera hace
referencia a la falta de compañía, donde según el estudio realizado por
CIS-IMSERSO, el 14% de las personas mayores que residen en sus domicilios
manifiesta soledad y no siempre implica una vivencia desagradable para el
individuo, ya que puede ser una experiencia buscada y enriquecedora, aunque la
mayoría de estas personas, según los resultados, se ha visto obligada a ello.
La soledad subjetiva, por otra parte, la padecen las personas que se sienten
solas. Es un sentimiento doloroso y temido por un gran número de personas
mayores.
El síndrome de la soledad
Álvarez define el síndrome de la
soledad como un "estado psicológico que sucede a consecuencia de pérdidas
en el sistema de soporte individual, disminución de la participación de las
actividades dentro de la sociedad a la que pertenece y sensación de fracaso en
su vida".
La Organización Mundial de a
Salud utiliza el término envejecimiento activo en este sentido: "El
envejecimiento activo es el proceso por el cual se optimizan las oportunidades
de bienestar físico, social y mental durante toda la vida con el objetivo de
ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida
en la vejez". Se trata de promover el máximo de autonomía posible, es
decir, potenciar la propia capacidad para controlar, afrontar y tomar
decisiones sobre la vida diaria.
La soledad y la salud
El empobrecimiento progresivo de
todos los refuerzos sociales, familiares, culturales, la vulnerabilidad frente
a las enfermedades, los órganos de los sentidos, las funciones intelectuales,
etc., desencadenan inestabilidad y sentimientos de indefensión en el anciano, y
es que la soledad puede tener graves consecuencias negativas sobre la salud en
el plano físico, psicológico y social. En el plano físico se muestra con:
debilidad del sistema inmunológico, dolor de cabeza, algunos problemas de
corazón y digestivos, dificultades para dormir, etc. En el plano psicológico
con: baja autoestima, depresión o alcoholismo, ideas suicidas. Según JL
Sánchez, la consecuencia de la pérdida de la pareja es la que más aumenta,
especialmente, la posibilidad de desencadenar trastornos psicopatológicos como
la depresión o la neurosis. Por último, en el plano social presenta conductas
como el uso de los teléfonos party-line, prejuicios sociales y otros.
La salud deteriorada conlleva un
mayor apoyo familiar, sobre todo con los hijos e hijas. Bazo afirma que las
personas sanas conviven en proporciones parecidas en compañía que las que viven
solas (o en pareja), pero cuando las personas se sienten enfermas, éstas viven
en compañía en mayor proporción que las que viven solas. Este hecho hace que
las personas mayores piensen que enfermar es una solución para su soledad. Las
propias molestias se convierten en el centro de su atención y es la estrategia
para atraer a sí a las personas queridas o a los cuidadores profesionales.
La soledad y la salud, por tanto,
son itinerarios bidireccionales que implican aumentar la vulnerabilidad frente
a la enfermedad, y la enfermedad puede ser la solución para romper la soledad o
la causa de que la situación de la persona que está sola empeore por no contar
con los apoyos necesarios.
Factores causales de la soledad
Crisis asociadas al
envejecimiento
La soledad en los mayores es una
realidad que viene favorecida por diferentes factores o causas. Laforest define
tres crisis asociadas al envejecimiento:
• La crisis de identidad donde se
viven un conjunto de pérdidas que pueden deteriorar la propia autoestima.
• La crisis de autonomía, dada
por el deterioro del organismo y de las posibilidades de desenvolverse en las
actividades de la vida diaria (AVD).
• La crisis de pertenencia,
experimentada por la pérdida de roles y de grupos a los que la vida profesional
y las capacidades físicas y de otra índole que afectan en la vida social.
En la vejez, se viven algunas
experiencias especialmente duras que suponen una ruptura con la vida anterior,
son vivencias que pueden tener graves consecuencias emocionales.
a) El Síndrome del nido vacío
El primer acontecimiento
importante al que se suelen enfrentar las personas mayores es el abandono del
hogar por parte de los hijos para iniciar una vida independiente. Los padres
esperan que éstos les presten la ayuda cesaria cuando sufran algún proceso de
dependencia o enfermedad, y el incumplimiento de este deber puede deteriorar
las relaciones paterno filiales y originar sentimientos de indefensión y
soledad.
b) Unas relaciones familiares
pobres
La escasez de relación con los
hijos percibida por los ancianos, tanto en cantidad como sobre todo en
intensidad y calidad de afecto, representa un importante motivo de frustración
en esta etapa.
c) La muerte del cónyuge
La viudedad suele ser el
principal desencadenante del sentimiento de soledad en las edades avanzadas. El
anciano se encuentra de pronto sin la compañía y la afectividad que tenía con
su pareja, dando pie a problemas personales de adaptación a la viudedad de tipo
no únicamente emocional, sino también material y relativos a la gestión del
tiempo de las tareas propias del hogar y de la vida doméstica y social. Ussel opina que cuanto más unida esté la pareja, mayor será el impacto emocional
de la muerte de uno de ellos sin que la presencia de otras personas alivie los
sentimientos de soledad y tristeza. El modo como las personas viven el
acompañamiento de la pareja al final de sus días es una variable importante
para la elaboración posterior del duelo y de la soledad.
d) La salida del mercado laboral
El otro suceso importante en la
vida de las personas mayores es la salida del mercado laboral. Tras la
jubilación, las personas disponen de tiempo libre que, muchas veces, no saben
en qué ocupar. La pérdida de poder adquisitivo también restringe las posibilidades
de disfrutar de estos momentos de ocio, así como el deterioro de las relaciones
sociales, pudiendo aparecer aislamiento social.
e) La falta de actividades
placenteras
La realización de actividades
lúdicas puede ser la respuesta al vacío que puede dejar el aumento de tiempo
libre provocado, por ejemplo, por la jubilación. Llegada la vejez, se pueden
realizar diferentes actividades lúdicas que antes no se podían realizar. Uno de
los estudios realizado por CIS-IMSERSO afirma que las actividades que más
se realizan son salir a pasear por el parque, leer, ir a bares y cafeterías o
acudir a algún club de jubilados; actividades que pueden facilitar la
interacción y participación en la vida social.
Estrategias y recursos para
superar la soledad
Salir al paso de la soledad no es
exclusivamente una responsabilidad de la persona mayor o de la familia, sino de
la sociedad en su conjunto. Ésta debe sensibilizarse ante este problema,
generando y desarrollando programas terapéuticos de prevención y control de la
soledad y la depresión que deberán detectarla, neutralizarla y, sobre todo,
prevenirla.
Según el estudio citado del Dr.
De Ussel, la soledad de las personas mayores se previene o se supera
cuando se realizan actividades incompatibles con los pensamientos que la
generan, especialmente si éstas favorecen el cultivo de unas relaciones
sociales y familiares satisfactorias.
Hay tantas respuestas como
personas, por lo que hay que proponer soluciones que tengan en cuenta a cada
individuo, así como soluciones colectivas. Expongo, entre otras, algunos
recursos que pueden ser útiles a la hora de luchar y/o prevenir la soledad.
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