Datos y cifras
La
población mundial está envejeciendo rápidamente. Entre 2015 y 2050 la
proporción de la población mundial mayor de 60 años se multiplicará casi por
dos, pasando del 12% al 22%. La
salud mental y el bienestar emocional tienen la misma importancia en la edad
mayor que en cualquier otro periodo de la vida.
Los
trastornos neuropsiquiátricos representan el 6,6% de la discapacidad total
(AVAD) en este grupo etario. Aproximadamente
un 15% de los adultos de 60 años o mayores sufren algún trastorno mental.
Las
personas de 60 años de edad o mayores realizan aportaciones valiosas a la
sociedad como miembros activos de la familia, voluntarios y participantes
activos en la fuerza de trabajo. Aunque la mayoría de las personas mayores
tienen una buena salud mental, muchas corren el riesgo de presentar trastornos
mentales, enfermedades neurológicas o problemas de consumo de sustancias,
además de otras afecciones, como la diabetes, la hipoacusia o la artrosis. Por
otra parte, a medida que envejecemos aumentan las probabilidades de que
padezcamos varias afecciones al mismo tiempo.
El problema
La
proporción de personas mayores está aumentando rápidamente en todo el mundo.
Según se calcula, entre 2015 y 2050 dicha proporción casi se duplicará, pasando
de 12 a 22%. En números absolutos, el aumento previsto es de 900 millones a 2
000 millones de personas mayores de 60 años. Los adultos mayores pueden sufrir
problemas físicos y mentales que es preciso reconocer.
Más
de un 20% de las personas que pasan de los 60 años de edad sufren algún
trastorno mental o neural (sin contar los que se manifiestan por cefalea) y el
6,6% de la discapacidad en ese grupo etario se atribuye a trastornos mentales y
del sistema nervioso. Estos trastornos representan en la población anciana un
17,4% de los años vividos con discapacidad. La demencia y la depresión son los
trastornos neuropsiquiátricos más comunes en ese grupo de edad.
Los
trastornos de ansiedad afectan al 3,8% de la población de edad mayor y los
problemas por abuso de sustancias psicotrópicas, casi al 1%; asimismo,
aproximadamente una cuarta parte de las muertes por daños autoinfligidos
corresponden a personas de 60 años de edad o mayores. Es frecuente que los
problemas por abuso de sustancias psicotrópicas en los ancianos se pasen por
alto o se diagnostiquen erróneamente.
El
personal sanitario y los propios ancianos no reconocen los problemas de salud
mental en su verdadera dimensión, y el estigma de las enfermedades mentales
propicia que las personas sean aún más reacias a buscar ayuda.
Los factores de riesgo de los trastornos mentales
en adultos mayores
A
lo largo de la vida son muchos los factores sociales, psíquicos y biológicos
que determinan la salud mental de las personas. Además de las causas generales
de tensión con que se enfrenta todo el mundo, muchos adultos mayores se ven
privados de la capacidad de vivir independientemente por dificultades de
movilidad, dolor crónico, fragilidad u otros problemas mentales o físicos, de
modo que necesitan asistencia a largo plazo. Además, entre los ancianos son más
frecuentes experiencias como el dolor por la muerte de un ser querido, un
descenso del nivel socioeconómico como consecuencia de la jubilación, o la
discapacidad. Todos estos factores pueden ocasionarles aislamiento, pérdida de
la independencia, soledad y angustia.
La
salud mental influye en la salud del cuerpo, y a la inversa. Por ejemplo, los
adultos mayores con enfermedades como las cardiopatías presentan tasas más
elevadas de depresión que quienes no padecen problemas médicos. Por el
contrario, la coexistencia de depresión no tratada y cardiopatía en una persona
mayor puede empeorar esta última.
Los
adultos mayores también son vulnerables al maltrato, sea físico, sexual,
psicológico, emocional, económico o material; al abandono; a la falta de
atención y a graves pérdidas de dignidad y respeto. Los datos actuales indican
que una de cada 10 personas mayores sufre maltrato. El maltrato de las personas
mayores no se limita a causar lesiones físicas sino también graves problemas
psíquicos de carácter crónico, como la depresión y la ansiedad.
La demencia y la depresión en los ancianos son
problemas de salud pública
Demencia
Es
un síndrome que se caracteriza por la mengua de la memoria y la capacidad de
pensar, trastornos del comportamiento e incapacidad para realizar las
actividades de la vida cotidiana. Afecta principalmente a los ancianos, pero no
es una parte normal de la vejez.
Se
calcula que en el mundo hay unos 47,5 millones de personas aquejadas de
demencia. Se prevé que el número de estas personas aumentará a 75,6 millones en
2030 y a 135,5 millones en 2050; además, la mayoría de esos pacientes vivirán
en países de ingresos bajos y medianos.
La
demencia lleva aparejados problemas sociales y económicos de envergadura por lo
que toca a los costos de la asistencia médica, social e informal que impone.
Por otra parte, las presiones físicas, emocionales y económicas pueden agobiar
a las familias. Tanto las personas aquejadas de demencia como quienes las
asisten necesitan apoyo sanitario, social, económico y legal.
Depresión
La
depresión puede causar grandes sufrimientos y trastorna la vida cotidiana. La
depresión unipolar afecta a un 7% de la población de ancianos en general y
representa un 5,7% de los años vividos con una discapacidad entre las personas
de 60 años de edad y mayores. En los establecimientos de atención primaria de
salud la depresión no se diagnostica ni se trata como debiera. Es frecuente que
los síntomas de este trastorno en los adultos mayores se pasen por alto y no se
traten porque coinciden con otros problemas que experimentan los adultos
mayores.
Los
adultos mayores con depresión tienen un desempeño más deficiente en comparación
con los que padecen enfermedades crónicas como las enfermedades pulmonares, la
hipertensión arterial o la diabetes sacarina. Este trastorno también aumenta la
percepción de tener mala salud, la utilización de los servicios médicos y los
costos de la asistencia sanitaria.
Estrategias de tratamiento y asistencia
Es
importante que los prestadores de asistencia sanitaria y la sociedad en su
conjunto presten atención a las necesidades especiales de los grupos de
población de edad mayor mediante las medidas siguientes:
- Capacitación de los profesionales sanitarios en la atención de los ancianos.
- Prevención y atención de las enfermedades crónicas que acompañan a la vejez, como los problemas mentales, neurales y por abuso de sustancias psicotrópicas.
- Elaboración de políticas sostenibles sobre la asistencia a largo plazo y los cuidados paliativos; creación de servicios y entornos que favorezcan a las personas de edad.
Promoción de la salud
La
salud mental de los adultos mayores se puede mejorar mediante la promoción de
hábitos activos y saludables. Ello supone crear condiciones de vida y entornos
que acrecienten el bienestar y propicien que las personas adopten modos de vida
sanos e integrados. La promoción de la salud mental depende en gran medida de
estrategias conducentes a que los ancianos cuenten con los recursos necesarios
para satisfacer sus necesidades básicas, tales como:
- Protección y libertad.
- Viviendas adecuadas mediante políticas apropiadas.
- Apoyo social a las personas de edad más avanzada y a quienes cuidan de ellas.
- programas sanitarios y sociales dirigidos específicamente a grupos vulnerables como las personas que viven solas y las que habitan en el medio rural o las aquejadas de enfermedades mentales o somáticas.
- Programas para prevenir y abordar el maltrato de los adultos mayores;
- Programas de desarrollo comunitario.
Intervenciones
El
reconocimiento y tratamiento oportunos de los trastornos mentales, neurológicos
y por abuso de sustancias psicotrópicas en los adultos mayores revisten una
importancia decisiva. Se recomienda aplicar intervenciones psicosociales y
farmacológicas.
No
se cuenta hoy por hoy con medicamentos para curar la demencia, pero es mucho lo
que se puede hacer para apoyar y mejorar la vida de las personas que la
padecen, así como a sus cuidadores y familias, como por ejemplo:
- El diagnóstico temprano para promover el tratamiento oportuno y óptimo.
- La optimización de la salud física y psíquica y el bienestar.
- La identificación y el tratamiento de las enfermedades físicas conexas.
- La detección y el tratamiento de síntomas comportamentales y psíquicos difíciles.
- Suministro de información y apoyo prolongado a los cuidadores.
La atención de la salud mental en la comunidad
Una
buena asistencia sanitaria y social en general es importante para mejorar la
salud, prevenir enfermedades y tratar los padecimientos crónicos de las
personas mayores. Por lo tanto, es importante capacitar a todo el personal
sanitario que debe enfrentarse con los problemas y trastornos relacionados con
la vejez.
Para
ello es imprescindible proporcionar a los adultos mayores una atención de salud
mental eficaz en el nivel comunitario. La misma importancia tiene poner de
relieve la asistencia prolongada de los adultos mayores aquejados de trastornos
mentales, así como dar formación, capacitación y apoyo a quienes los atienden.
Es
imprescindible contar con un marco legislativo apropiado, basado en las normas
internacionales sobre derechos humanos, para ofrecer los servicios de la mejor
calidad a las personas con enfermedades mentales y a quienes cuidan de ellas.
La respuesta de la OMS
Los
programas de la OMS en pro de un envejecimiento activo y sano han creado un
marco mundial para la actuación en los países.
La
OMS apoya la meta de los gobiernos de fortalecer y mejorar la salud mental de
los adultos mayores y de basar los planes de acción y las políticas en
estrategias eficaces. La
OMS reconoce que la demencia es un problema de salud pública, y ha publicado el
informe “Demencia: una prioridad de la salud pública”, en el que aboga por
emprender acciones a nivel nacional e internacional.
La
demencia, la depresión y otros trastornos mentales de gran importancia están
incluidos en el Programa de Acción Mundial en Salud Mental (mhGAP), por el cual
se pretende mejorar la asistencia de los trastornos mentales, neurales y por
abuso de sustancias psicotrópicas mediante la aportación de orientaciones e
instrumentos para el desarrollo de los servicios de salud en las zonas pobres.
La
OMS organizó en marzo de 2015 la Primera Conferencia Ministerial sobre la
Acción Mundial contra la Demencia, con la que se fomentó la concienciación
sobre los retos económicos y de salud pública que plantea la demencia y se
trató de entender mejor las funciones y responsabilidades de los Estados
Miembros y de otras partes interesadas, y que llevó a un llamamiento a la
acción respaldado por los participantes en la conferencia.